Nací en Talca un día de diciembre. Desde antes de aprender a leer amé la poesía, escuchando a miembros de mi familia recitar. Cuando tenía dieciséis años gané el primer lugar del concurso literario organizado por la Dirección Regional de Correos y Telégrafos de Talca.
Escribo porque es una necesidad en mi vida, para compartir con mis más cercanos. Nunca sentí la necesidad de publicar algo, hasta el año 2013, quizás por pudor, miedo que a la gente no le importe lo que escribo, tenía varias novelas y cuentos que nunca terminaba de corregir y modificar, pero de a poco han ido viendo la luz.
En Chile no tenía tiempo, vivía corriendo, sudando por sostener sola a dos maravillosos pequeños Constanza y Eugenio, porque mi esposo falleció de cáncer cuando yo tenía treintaicuatro años.
Conozco el dolor y escribo de este, de lo que me mantiene ocupada, de mis circunstancias, de lo que observo, pero sobre todo escribo del amor que es mi motor, este volvió a tocar mi vida después de diez años de viudez, me casé con un australiano.
Pero no solo de ese amor de pareja que a veces nos hace sentirnos en las nubes y otras nos hace pisar fondo. Escribo de ese amor que está por sobre todo, de ese que no abandona, ni traiciona, ese que viene de nuestro Creador y nos da la fuerza para pararnos cuando las nuestras no son suficientes, ese amor que nos da esperanza y que es un regalo que debemos compartir.
Sigo radicada en Australia y mis amados hijos, hoy ya son unos profesionales, casados y maravillosos seres humanos, los que me llenan de orgullo. Hoy más que nunca estoy dedicada a esta gran pasión de escribir combinada con mi apoyo a fundaciones beneficas y viajar donde encuentro inspiración para escribir.